Del encuentro con Sandra García Lumbreras, psicooncóloga, y Laura Marco Huerga, enfermera de oncología, ambas de la Clínica Dexeus.
¿Qué ocurre con la sexualidad durante un proceso oncológico? “En el momento del diagnóstico, la sexualidad no suele preocupar, hay demasiadas cosas a tener en cuenta. Es cuando ya estamos en tratamiento o al final del mismo cuando empieza a surgir la demanda de qué está pasando con mi sexualidad”. Son las palabras de Sandra García Lumbreras, psico oncóloga especializada en orientar, sobre todo a mujeres, sobre este tema. A su consulta llegan muchas dudas, inquietudes, miedos, relacionados con los efectos secundarios de los tratamientos y con otros cambios que suceden durante la enfermedad o en post tratamiento. Porque el cáncer, sí, afecta. Según varios estudios, prácticamente un 70% de las mujeres con diagnóstico oncológico tienen dificultades en su sexualidad. Se trata, por tanto, de complicaciones asociadas a la enfermedad y lo que conlleva, no a cómo lo vive la persona. Consultar, preguntar y buscar apoyos pueden aportar en este sentido un gran cambio.
“La vida sexual de cualquier persona nunca es estable, pasa por fases, pero la manera en qué impacta la enfermedad, según qué tratamientos o cirugías recibe la persona, pueden generar cambios mucho más rápidos e incluso sobrevenidos”, continúa Sandra García. “Todos los tipos de cáncer tienen impacto pero los que más podemos decir que son los que más afectan a las zonas erógenas: mamas, todo lo que tiene que ver con ginecología y hormonas. Y en el caso de los hombres, la próstata”. Tanto por las secuelas físicas que se pueden derivar, que afectan directamente sobre la fisiología (funcionamiento, sensibilidad) como por lo que representan sensorial y simbólicamente.
Laura Marco apunta: “Todo el mundo habla de la quimioterapia y sus efectos, que son reales. Perder el cabello, por ejemplo, que puede afectar a la autoestima, igual que otros cambios físicos. La fatiga, el malestar… es indudable que afecta mucho. De hecho, en el mismo momento del diagnóstico la líbido ya desaparece. Se habla menos, quizás, de la cirugía, que también puede afectar la sexualidad a varios niveles. Y no hace falta que sea una mastectomía, incluso una cirugía sencilla que implique una cicatriz en la mama puede tener su efecto sobre cómo me veo. Y luego hay tratamientos que también pueden afectar, como la hormonoterapia, un tratamiento que muchas mujeres reciben durante años y pueden tener efectos secundarios. O la menopausia inducida en mujeres cada vez más jóvenes. Eso también tiene su impacto”.
Y luego está el miedo, el de no gustar a la pareja, a una misma. La falta de deseo, el dolor y la baja autoestima (que incluye a veces la culpa) suelen ser los tres motivos más frecuentes en la consulta de psicooncología.
Adaptarse y reaprender
La buena noticia, podríamos decir es que “el cáncer es una enfermedad que impacta a nivel físico y emocional pero podemos trabajar con todo”, comenta Laura desde su experiencia como enfermera. ¿Cómo podemos hacerlo? “La palabra clave es adaptación”, coinciden ambas especialistas. Adaptarse a las nuevas circunstancias ante una situación. Reaprender como si fuese una nueva etapa de la vida, aunque ésta sea no buscada ni deseada. “En general no tenemos una buena educación sexual, estamos inmersas en una cultura coitocentrista cuando hay otras formas de satisfacción sexual que podemos explorar. Si no hay dolor y solo es con la penetración, recomendamos no forzarse y ampliar el conocimiento corporal para obtener placer de otras maneras. Si queremos seguir manteniendo esa práctica (siempre que no haya dolor) también podemos usar lubricante, que puede formar parte del juego sexual. Eso es adaptarse a las circunstancias. Explorar con la pareja, de forma conjunta, maneras nuevas de tener placer. O conmigo misma”.
“También hay que ver de dónde partíamos antes. Si una pareja ya no funcionaba excelentemente antes del cáncer, es importante tenerlo en cuenta. No abordamos el apoyo como una terapia de pareja, porque no hay un problema en la pareja si no una serie de cambios asociados a la enfermedad, sino que la aproximación es para ver en qué punto estoy conmigo y/o con mi pareja y ver cómo podemos adaptarnos y reaprender”, asegura Sandra haciendo referencia al trabajo en consulta. “Se trata de apoyar y reforzar aquellos puntos que te puedan satisfacer y mejorar tu calidad de vida. Vamos a buscar alternativas”.
¿Qué puedo hacer? Algunas recomendaciones
- Hablar con tu oncólogo/a sobre el tema. Consultarle cómo puede afectar el tratamiento a tu sexualidad, explicarle lo que te está sucediendo. Es un paso adelante poner en palabras y normalizarlo como un aspecto más del proceso oncológico.
- Si eres un hombre, puedes acudir a tu urólogo para acceder a ciertos tratamientos.
- Consultar con un/a fisioterapeuta especializada si tienes dolor. Hay varias técnicas que podrían ayudarte, lubricación, dilatadores, entre otros. También puedes acudir a ginecología regenerativa para mejorar la mucosa y la elasticidad.
- En el caso de las cicatrices, también puedes acudir a un/a fiosioterapeuta para evitar el dolor o la tirantez o a una tatuadora especializada para disimularla. La sexualidad forma parte de todo, también cómo te expresas físicamente.
- Acudir a consulta de psicooncología si los problemas tienen más que ver con cuestiones emocionales.
- Explorar por ti misma/o diferentes opciones para volver a aprender qué te gusta, qué te da placer y qué no. Ampliar tu autonocimiento para encontrar lo que mejor se adapte a ti, ampliando las posibilidades. Pueden ser masajes eróticos, juguetes, reparar una cita con la pareja y buscar disfrutar de toda la situación, acabe en encuentro sexual o no. Buscar salir de las rutinas.
- Con la pareja, como apunta Sandra García: comunicación, comunicación, comunicación.
- Dedicar tiempo a la pareja y/o a ti misma. Acariciarnos, abrazarnos, redescubrirnos.