Atravesar por un cáncer es, sin duda, una situación estresante que cambia tu vida. Familia, médicos, amistades estarán a tu lado en todo el proceso, acompañándote desde el cariño y el consejo, pero más allá de estos apoyos, el Yoga Oncológico puede convertirse en un aliado que te dará espacio para volver a la calma y reconectar con tu cuerpo desde el contacto amoroso, ofreciéndote nuevas herramientas para que puedas desempeñar un papel activo en tu proceso de recuperación.
¿Qué es el estrés?
Se considera estrés al mecanismo que se pone en marcha cuando una persona se ve envuelta por una situación que supera sus recursos y/o que son diferentes a las habituales. Un diagnóstico de cáncer puede ser uno de ellos. O una nueva prueba médica. O el anuncio de
una recidiva.
Aunque el estrés es imprescindible para la vida (sirve como estímulo frente a situaciones importantes), sí se sostiene en el tiempo, provoca un estado de agotamiento físico y mental que afecta a nuestro cuerpo y a nuestra mente. Alerta. Tensión Muscular. Agitación.
Algunas claves
El yoga es compatible con los tratamientos médicos ya que es una terapia complementaria que ayuda a potenciar el cuidado que se pueda estar recibiendo, ampliando sus beneficios, colaborando a mejorar nuestro equilibrio y gestionar la enfermedad desde la calma.
Las combinaciones de fases activas con pasivas que hacemos en una práctica de yoga (sístole- diástole, inspiración-espiración, contracción-relajación) redunda en los múltiples beneficios para reducir el estrés. Por un lado, porque al activar la musculatura, flexibilizar las articulaciones y los tejidos, aportamos oxígeno a todo el cuerpo, optimizando las funciones inmunes y promoviendo el bienestar mental. Por otro lado, porque contar con recursos como las técnicas de relajación y respiración, ayuda de forma directa a sobrellevar los efectos de los tratamientos, mejorar la calidad del sueño o calmar la mente ante situaciones difíciles. Y si es en grupo, mejor que mejor, ya que compartir experiencias con otras personas que están en la misma situación, con un diagnóstico de cáncer, ayuda a sentirse parte de una red de apoyo, algo que también contribuye también a reducir el estrés y a sentir menos soledad.
En períodos de tratamiento (quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia), la calma y el equilibrio son fundamentales. La estabilidad de las funciones mentales solo se consigue a través de la experiencia personal, basada en la atención al cuerpo, y esto lo conseguimos con una práctica constante y continuada de yoga, respetando las posibilidades y límites del cuerpo.
En las sesiones de yoga oncológico, además, potenciamos las posturas que añaden algún beneficio extra en cada parte del proceso, centrándonos en todo lo que se puede hacer y no en las limitaciones.
Si tuviésemos que resumir cómo el yoga aporta a la gestión o reducción del estrés podríamos decir que la conciencia corporal, la combinación de movimientos conscientes con la quietud, siempre a partir de asanas (posturas) adaptadas que fomenten el fortalecimiento, el enraizamiento o el equilibrio son, entre otros aspectos, algunas de las claves. También lo son los pranayamas (técnicas de respiración) adecuados, las visualizaciones o la meditación.
Recursos, todos ellos, para que cada persona pueda construir su propio kit antiestrés para llevar a casa y poder practicar, cada uno/a según sus necesidades y preferencias.