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8 beneficios del yoga oncológico…aunque hay más

Eva Moure, profesora de Yoga Oncológico, en la postura del triángulo, utilizando un bloque como soporte
La práctica de yoga adaptada ayuda a las personas en tratamiento o postratamiento a rehabilitar su cuerpo, relajar su mente y obtener herramientas para autorregularse.

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Un diagnóstico de cáncer supone un vuelco inesperado que pone patas arriba la vida de cualquier persona. “Me quedé congelada, no podía reaccionar, llegó un momento en que no entendía nada de lo que me decía el médico”, recuerda Ana. Enfrentar las dudas, los miedos, la incertidumbre y el estrés que implica atravesar un proceso de cáncer no es fácil. Por este motivo, disponer de recursos que ayuden a sobrellevar los cambios físicos y emocionales, los efectos secundarios de los tratamientos, el insomnio o la ansiedad, es fundamental. En este sentido, el yoga oncológico aporta beneficios científicamente probados, tanto en la rehabilitación física como en la gestión del estrés, en un entorno de apoyo mutuo, seguridad y empatía. Destacamos algunos de ellos.

  1. Fortalece el estado físico general, el sistema cardiovascular y óseo. Varios estudios demuestran que el ejercicio físico es fundamental en el proceso de recuperación de las personas con cáncer. La mayoría de oncólogos lo recomiendan y hay evidencia científica de que el desarrollo del cáncer es menor si se hace ejercicio, así como las recidivas. El yoga oncológico puede ser una buena manera de activar el sistema cardiovascular, óseo y respiratorio sin llegar a la fatiga, creando una rutina de ejercicio que la persona puede practicar en casa para contribuir a su progresiva rehabilitación.
  2. Flexibiliza y relaja los músculos y tejidos afectados. Ciertos movimientos, acompañados de una respiración adecuada, mejoran la movilidad y flexibilizan progresivamente la musculatura, sin forzar las articulaciones.
  3. Descomprime las articulaciones. 3 de cada 4 personas con cáncer sienten rigidez en manos, caderas, rodillas y otras zonas del cuerpo, que se inflaman y pueden provocar dolor. Los movimientos suaves del yoga adaptado hidratan las articulaciones y permiten mejorar tanto el rango de movilidad como la sensación de dolor.
  4. Alivia la fatiga, sofocos y dolores provocados por los tratamientos. Los efectos secundarios de los tratamientos pueden ser muy debilitantes y molestos. La práctica de yoga oncológico contribuye a disminuir estas sensaciones.
  5. Activa el sistema inmunitario. El fortalecimiento físico y mental tiene una relación directa con el sistema inmunitario de la persona, y si éste es fuerte, ayuda a resistir mejor los efectos de los tratamientos y a enfrentar la enfermedad.
  6. Promueve la creación de redes de apoyo. En el yoga oncológico facilitamos la creación de redes de apoyo para poder compartir experiencias y un espacio de calidez humana, más necesaria que nunca durante un periodo de enfermedad. Asimismo, el apoyo social también contribuye a activar el sistema inmunitario y a mejorar el estado de ánimo.
  7. Relaja el sistema nervioso, reduce el estrés, mejora la calidad del sueño. Partiendo de movimientos específicos, técnicas de relajación, ejercicios de respiración o visualizaciones, aporta valiosos recursos para que la persona que está atravesando un cáncer pueda contar con su propio ‘kit antiestrés’ para enfrentar una sesión de quimioterapia, una visita médica u otra situación emocionalmente compleja. La alteración del sueño es uno de los síntomas más frecuentes en personas con cáncer.
    Varios estudios avalan que el yoga, al favorecer la relajación, ayuda a regular las alteraciones del sueño y mejora la ansiedad y la depresión.
  8. Favorece la autoestima. Abordar un cáncer en el propio cuerpo es un enorme reto, un viaje hacia el interior de lo desconocido. Entrar en contacto con el cuerpo, aceptando las emociones que aparecen en cada momento, comprobando qué puedo hacer dentro de mis limitaciones y sintiendo que estoy contribuyendo activamente en mi estado de salud, favorecen el bienestar y la reconexión con una/o misma/o.
    “La recuperación de la movilidad en el brazo la veo clarísima, pero creo que lo que más valoro es haber tenido esos momentos de olvidarme de todo y concentrarme solo en moverme y respirar”, recuerda Ana de su práctica de yoga oncológico durante su recuperación de la cirugía y tratamiento por cáncer de mama.

¿Desde tu experiencia, destacarías algún otro beneficio? Te leemos.

Eva Moure
Profesora de Yoga Oncológico

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