La palabra “compasión” se suele malentender, ya que la asociamos frecuentemente con lástima, pena o tristeza. En realidad, la compasión no tiene que ver con esto; es más bien una disposición constructiva de nuestro corazón cuando se enfrenta al sufrimiento (ya sea el nuestro o el de otra persona) y nos impulsa a hacer algo para aliviarlo, o para prevenir el sufrimiento futuro.
Compasión significa cuidar y cuidarnos, acompañarnos con cariño, sea lo que sea lo que nos hace sufrir: un desencuentro, una enfermedad, una pérdida… Es una actitud que nace del reconocimiento de que el sufrimiento no es otra cosa que la expresión de la diversidad y vulnerabilidad de nuestra condición humana compartida.
Hay cientos de investigaciones sobre la autocompasión, que demuestran cómo brindarnos cariño y sostén ante las situaciones difíciles que nos presenta la vida – eso que sabemos ofrecer a un amigo/a que sufre, pero que nos cuesta más hacerlo con nosotras/os mismas/os – mejora el bienestar mental, emocional y físico.
En particular, las investigaciones han demostrado que la autocompasión es una herramienta valiosa para ayudar a enfrentar el diagnóstico y el tratamiento oncológico de una manera más constructiva y resiliente, promoviendo un mayor bienestar emocional y una mejor calidad de vida durante este proceso difícil.
Algunos de los beneficios que cultivar la autocompasión puede proporcionar en un proceso oncológico:
- Reducción del estrés, ansiedad, depresión relacionados con el diagnóstico y el tratamiento del cáncer.
- Aumento del bienestar emocional, al permitir relacionarse consigo misma/o de una manera más comprensiva y constructiva, ayudando a mitigar los sentimientos de culpa, vergüenza o autoexigencia excesiva.
- Aumento de la resiliencia: la actitud autocompasiva de aceptación y autocuidado – en lugar de la autocrítica o la comparación negativa – puede fomentar una actitud positiva incluso en medio de la enfermedad, proporcionando momentos de paz y conexión interior.
- Disminución de la sensación de aislamiento: el reconocimiento de nuestra condición humana compartida, preciosa pero vulnerable, es un elemento clave en la autocompasión y puede reducir la sensación de soledad frente al gran desafío de la enfermedad.
Los gestos autocompasivos
¿Cómo podemos empezar a ofrecernos compasión a nosotras mismas?
Una forma sencilla y efectiva de empezar es a través del cuerpo, ofreciéndonos algo que fácilmente damos a los demás: unos gestos de cariño, protección, sostén, apoyo.
El hecho de apoyar las manos en nuestro propio cuerpo con una intención compasiva puede hacernos sentir bien y ser algo importante al que recurrir en momentos difíciles.
Te proponemos diferentes gestos que puedes probar, quizá con los ojos cerrados, observando las sensaciones que surgen en ti :
- Las dos manos en el centro del pecho (o una mano en el centro del pecho y la otra en el vientre): observando tu respiración y el movimiento de las manos, dándote el tiempo que necesitas para sentirte acompañada/o.
- Una mano en la mejilla (o acunar la cara entre las dos manos): cómo diciéndole a tu cabeza “te sostengo, puedes descansar”.
- Un puño sobre el corazón, rodeado por la otra mano: cómo recordándote “tengo la fuerza para transitar este proceso, me acompaño”.
- Un autoabrazo (mano derecha debajo de la axila izquierda, mano izquierda encima del hombro derecho): cómo diciéndote “estoy aquí para mí, me siento segura, me ofrezco protección”.
Aquí encuentras una práctica de meditación de 12 minutos en la que se incorporan los gestos autocompasivos: “Una pausa de compasión hacia ti”.
Te invitamos a contarnos en comentarios cómo has sentido esta práctica de compasión hacia ti .
Sobre Candida Vivalda
Originaria de Roma, Candida lleva casi 20 años estudiando y practicando yoga y meditación, con reconocidos maestros de distintas tradiciones. En la actualidad comparte clases, talleres y cursos de Jivamukti yoga, Yoga sensible al Trauma y Meditación. También comparte cursos acerca de la Compasión, el Perdón y el Equilibrio Emocional.
La compasión es para Candida el corazón de toda enseñanza espiritual y la más importante motivación para nuestro propio bienestar, el de nuestra sociedad y para la preservación del planeta.