Cada año, casi 250.000 mujeres son diagnosticadas de cáncer de ovario en todo el mundo y se producen 140.000 muertes por esta enfermedad. En España se diagnostican unos 3.300 casos al año, lo que supone el 5% del total de los tumores en la mujer. La incidencia ha ido aumentando lentamente desde los años 60 y se puede considerar alta. Ocupa el sexto lugar entre los tumores malignos que afectan a la mujer por detrás del cáncer de mama, colon, pulmón, útero y de los linfomas.
La detección precoz es crucial para aumentar la supervivencia, pero los síntomas son inespecíficos y es muy difícil diagnosticarlo en estadios tempranos. Destinar más recursos para ensayos clínicos y cribados permitiría dar pasos en este sentido y que el “silent killer” (asesino silencioso), como se le suele llamar, pierda esta calificación tan devastadora.
Un proceso de supervivencia en solitario
Sonia Cabezón no hacía bien sus digestiones y su abdomen estaba continuamente inflamado. Los médicos le diagnosticaban nervios en el estómago, y regresaba a casa con varias recetas de protectores de estómago y medicamentos para los gases. Tras un periplo hospitalario de varios meses, recibió de una manera muy deshumanizada el diagnóstico de un cáncer de ovario en estadio III, algo que enseguida se transformó en estadio IV con la única opción de tratamiento paliativo.
“Es algo que se repite de forma constante, las mujeres lo comentamos siempre. A todas nos dicen que sufrimos de gases”, explica Sonia. “En un principio parecía un tumor operable, pero tras algunas pruebas más lo descartaron, y fue entonces cuando decidí pedir una segunda y hasta una tercera opinión”. Así fue como terminó en el Hospital Vall d´Hebron en Barcelona, en las manos de un equipo especializado en cirugía gine-oncológica que decidió operarle y dejó su cuerpo totalmente limpio tras una exitosa intervención en septiembre de 2018.
Tras la operación Sonia accedió a participar en un ensayo clínico que se extendió en el tiempo durante seis años, hasta que la farmacéutica que lo financiaba cerró dicho ensayo. “En este momento me encuentro libre de enfermedad y sin tomar medicación, viviendo con muchísima fuerza e ilusión, centrada sobre todo en ayudar a otras mujeres que están transitando por un proceso similar al que yo viví”.
Sonia es la coordinadora de la Asociación de Afectadas por Cáncer de Ovario ASACO en Euskadi, desde donde las mujeres afectadas puedan visibilizar “el único cáncer que padecemos nosotras”. “Es el más silencioso y por ello un cáncer olvidado en muchas ocasiones por la sociedad y por la comunidad científica. Le llaman el asesino silencioso, pero a mí no me gusta nada esa calificación. No siempre mata y en mi caso tuve la suerte de encontrar un equipo médico especializado que decidió operarme”, se emociona mientras nos cuenta su experiencia.
ASACO, la necesidad de una red de apoyo
Uno de los objetivos más importantes de ASACO es llegar a mujeres recién diagnosticadas, “que sepan que estamos aquí y que tenemos información relevante para ellas, que reivindicamos nuestros derechos, y que promovemos un cambio en el foco de atención, ya que el cáncer de ovario es actualmente el décimo cáncer en investigación, mientras que el primero es el de próstata”, un sesgo de género en el campo de la investigación científica que denuncia Sonia. “Los fármacos han ido variando en los últimos años. La tasa de supervivencia ha aumentado de un 30 a un 40 por ciento, pero aún queda mucho por hacer”.
Detección precoz y formación
En ASACO abogan por la detección precoz y por la necesidad de formación acerca de la auto-observación y la función de los ovarios en el desarrollo de la mujer a través de campañas de información. “Si promovemos el cuidado del órgano genital femenino y conocemos su funcionamiento, reconoceremos e identificaremos signos y síntomas que pueden permitirnos sobrevivir”, añade Sonia.
Todavía no existe una técnica o método para la detección precoz del cáncer de ovario. Sólo el 20% de las pacientes se diagnostica en estadios iniciales de la enfermedad. Esto se debe principalmente a que no hay signos ni síntomas específicos al comienzo de la misma, lo que hace que las pacientes acudan a la consulta cuando el cáncer de ovario ya se ha diseminado y es más difícil de curar.
“Cuando te diagnostican un cáncer de ovario en estado avanzado entras en un estado de shock y te derrumbas, por ello poder compartir, en espacios amorosos y de seguridad, con mujeres que se encuentran en tu misma situación, es crucial y te brinda la oportunidad de mantenerte informada sobre nuevas investigaciones y avances médicos que te ofrecen luz y herramientas para seguir el proceso con calma y con empoderamiento ante tu enfermedad”, asegura. “Desde la asociación difundimos la importancia de la participación en ensayos clínicos que permitan avanzar hacia la mejora y la personalización de los tratamientos gine-oncológicos”.
Los nuevos retos del futuro
La exploración de nuevas terapias, de nuevos fármacos teledirigidos a los tumores, y la posibilidad de desarrollar vacunas, ofrecen nuevas perspectivas ante el cáncer de ovario en la próxima década.
Este cáncer tiene un gran impacto en la vida de las mujeres, desde barreras de acceso a la atención médica especializada hasta problemas de salud mental. “Es fundamental la colaboración entre instituciones, empresas y equipos sanitarios multidisciplinares. Los tabús y estigmas que todavía hoy están presentes en torno a los problemas ginecológicos de las mujeres deben ser superados. No naturalicen nuestro dolor y nos atiborren a antiinflamatorios. No siempre padecemos de nervios y gases, hagan el favor de buscar el origen de nuestra dolencia”, reivindica Sonia.
Agradecemos de corazón este encuentro tan interesante con nuestra amiga Sonia Cabezón, alumna de Yoga Oncológico, con la que hemos podido aprender mucho sobre los cánceres ginecológicos.
Os dejamos aquí el Documental “Camino a la esperanza”, proyecto en el que Sonia participó junto con otras siete mujeres diagnosticadas de cáncer y dos médicos. Narra la historia de este grupo de mujeres con el objetivo de dar voz y visibilidad a algunos de los tipos de cáncer ginecológicos que existen.
Entrevista realizada por Ana Urrutia, profesora de Yoga Oncológico.