La Asociación Española de Cáncer de Mama Metastásico (AECMM) nació y está impulsada por personas que conviven con esta enfermedad. “De cada 10 personas diagnosticadas con cáncer de mama, hasta 3 desarrollarán metástasis. Y un 6% lo hará desde el diagnóstico inicial. No es un cáncer diferente, es el mismo en otra etapa. Es una realidad que aún necesita más visibilidad, más investigación y más comprensión”, subrayan.
El Yoga Oncológico se enmarca dentro de las terapias complementarias que buscan mejorar la calidad de vida de las personas con cáncer, ofreciendo una práctica segura, con evidencia científica, que “no va a curar la enfermedad pero sí va a permitir que se transite de la mejor manera posible”.
Un diálogo necesario
Pilar Ros, de la AECMM y Adriana Jarrín, presidenta de la Red Internacional de Yoga Oncológico, han conversado sobre este tipo de cáncer, la necesidad de un bienestar integral para las personas que conviven con él y cómo el Yoga oncológico se adapta para ofrecer una práctica segura y beneficiosa que contribuya a paliar los efectos secundarios de los tratamientos que reciben.
Una de las principales líneas de trabajo de esta asociación es la de impulsar la investigación hacia la cronificación de la enfermedad. También crear comunidad entre quienes conviven con ella. “La realidad es muy cruda, pero la asociación se convierte en un faro o un paraguas al que las personas afectadas se pueden acercar y no sentir que están solas”.
El impacto del cáncer y de los tratamientos tanto en el aspecto físico como emocional se traduce en “un agotamiento físico muy grande, síntomas ansiosos, dolor articular…”. Para nuestra asociación “es muy importante vivir más y sobre todo vivir bien”, explica Pilar.
Terapia complementaria
“Las personas con cáncer de mama metastásico tenemos una alta vulnerabilidad. Cuando acudimos a cierto tipo de servicios necesitamos sentirnos seguras de que lo que estamos haciendo no causa ningún peligro a nuestra salud”. De ahí la importancia de identificar prácticas seguras y diferenciar entre terapias complementarias y alternativas.
El Yoga Oncológico es una actividad complementaria enmarcada dentro de las terapias cuerpo-mente de la oncología integrativa (aquella que combina la medicina tradicional con actividades complementarias que han demostrado científicamente ser eficaces) para mejorar su calidad de vida y reducir los efectos secundarios de los tratamientos.
Diversos estudios han demostrado que la práctica de yoga mejora la calidad del sueño, ayudando a reducir la toxicidad y el consumo de fármacos dirigidos a este objetivo. Contribuye a mejorar los estados de ánimo y disminuye los niveles de cortisol. “Hay hospitales de referencia internacional que llevan 20 años con terapias de este tipo, aunque en España apenas están despuntando”, explica Adriana. Hasta el momento, la Red Internacional de Yoga Oncológico ha ofrecido sesiones en 14 hospitales de España, actualmente en activo en 11, además de en diversas entidades de carácter local y nacional.
También existen estudios en el campo de la epigenética que están demostrando los beneficios a largo plazo de este tipo de prácticas para nuestra salud.
Pilar: “ Mi propia experiencia y la de algunas compañeras que han practicado yoga es que te sientes mucho mejor, más tranquila, respiras mejor. Respiramos muy mal según cómo estén nuestras emociones y ese fue uno de los grandes aprendizajes cuando empecé a practicar yoga”.
La metodología del yoga oncológico está enfocada a rehabilitar tanto la parte física como emocional de las personas con cáncer. Combina respiración con un movimiento suave que busca tonificar la musculatura mermada por los tratamientos y favorecer el movimiento articular”, explica Adriana Jarrín.
“Acceder a nuestra respiración es acceder a nuestro sistema nervioso. En general, practicamos respiraciones equilibrantes para favorecer la regulación del sistema nervioso”.
Una práctica segura
Además, “adaptamos las posturas a la situación de las personas”. Para poder ofrecer una práctica segura, se tienen en cuenta el diagnóstico y los efectos secundarios derivados de los tratamientos (neuropatías periféricas, abdomen hinchado, cirugías y posibles reconstrucciones mamarias con DIEP, órganos y huesos afectados, caída de uñas, la existencia de linfedema…). “Los profesores de yoga oncológico somos conscientes de esta sintomatología”.
Existen movimientos y posturas de yoga contraindicadas para determinadas situaciones, por eso es importante acudir a una profesional especializada. Además, el yoga es muy adaptativo y siempre hay una práctica posible que puede aportar beneficios a la persona que está viviendo un cáncer. Como subraya Adriana, “nos enfocamos más en la posibilidad que en la limitación”.
Adriana Jarrín: “Somos corresponsables como sociedad de que las personas con cáncer se sientan acompañadas y puedan contar con la mejor calidad de vida”.

